sábado, 24 de junio de 2017

¿Cuánto tarda un corazón en olvidar a otro?





Los corazones no olvidan. 

Pueden sanar, remendar y lamerse sus propias heridas. Pero no olvidan. A veces, ni siquiera sanan. 

Y es que cuando se abre el corazón a alguien o se le entrega; cuando se ofrece, automáticamente se concede la libertad de que esa persona lo toque y lo cuide, o lo haga añicos. 

Puede que lo toque de forma suave y decidida; quizá tosca, pero no mala, y que lo haga bombear al mismo ritmo que el suyo propio. Quizá lo toquen unas manos inexpertas e indecisas, torpes y vacilantes que muestren dudas sobre cómo y de qué forma envolverlo, con miedo a hacerle daño, o a hacerse daño a sí mismas. O quizá lo toque una mano dura y le haga daño, y lo resquebraje y provoque una retirada con el corazón entre las piernas y el rímel corrido, con las bragas por los tobillos y el orgullo herido. 

Pero no olvidan. Se toque de la forma en que se toque; lo hagan las manos que lo hagan. No olvidan. Lo que hacen, lo que viven, lo que sienten... se queda en ellos y, automáticamente, en nuestro recuerdo. Permanece, y a veces grabado a fuego. No, cariño. No olvidan. Sólo se levantan, sanan y siguen latiendo. O se caen y no vuelven a levantarse nunca. 


Pero no es tu caso. Ni el mío. Quizá en algún momento los retuerzan y les causen daños. Quizá después debamos coser los rotos con aguja e hilo de recuerdos oxidados y una botella de alcohol para que no escueza tanto. Y no lo olvidarán; no lo olvidaremos. Recordaremos como esas manos lo acariciaron y aceleraron su latido con cada suspiro y con cada beso, y con cada sonrisa y con cada impulso de querer hacerse el amor hasta arañarse el alma. Con todo. Y entonces dolerá otra vez, pero nuestro corazón habrá aprendido a lamer sus heridas. Y cicatrizará, y entonces lo recordaremos de nuevo. Pero no con dolor.


No, así no. Nuestros corazones son corazones fuertes.

Texto: De alguien a quién siempre querré.

2 comentarios:

  1. Sí, en efecto, los corazones no olvidan... aunque esa sea una forma poética de narrarlo.

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  2. Mucha razón, el corazón nunca olvida, y además despues de hacerle daño cuesta mucho más abrirlo por temor a que se repita.
    Me ha encantado el post, un saludo!

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